El paisaje ha sido uno de los motores de la
evolución de la Historia de la fotografía. No podemos olvidar que la
mirada fotográfica más antigua de la que tenemos conocimiento resulta ser un
paisaje rural que Nicéphore Niepce nos legó en su Vista desde la ventana en Gras, 1826.
Vista urbana o vista natural nuestros pioneros documentaron el desarrollo
social de nuestras comunidades partiendo de aquellos paisajes muertos, donde
nadie parecía habitar, daba cuenta de las limitaciones técnicas de la época.
A estas propuestas fotográficas siguieron
otras donde los polos del realismo y del idealismo, una y otra
vez alternaron su influencia. Ello nos llevó hasta un paisaje tamizado a través
de las experiencias formales de las vanguardias o de las demostraciones de
dominio del medio de Ansel Adams. La visión moderna del espacio encuentra
sus precedentes en la Historia de la fotografía, pero sobre todo en el
cambio a la postmodernidad ofrecido por las aportaciones de William
Eggleston, especialmente con su uso del color y su preocupación por trasladar
la atención fotográfica a ese ningún-lugar-en-particular del
que tanto han bebido las diversas hornadas de los artistas europeos de la Nueva
Topografía, durante los años 1980 y 1990.
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